Desde este lado

La derrota política y futbolística de Alemania en Qatar

domingo 4 de diciembre de 2022

Por Franco Vielma

La Federación Alemana de Fútbol (en alemán: Deutscher Fußball-Bund, DFB) politizó a la selección nacional. Y en la política y en la cancha les fue muy mal en Qatar. Cosa merecida en ambos casos.

La memorable foto de la selección tapándose la boca antes de jugar su 1er partido en la Copa obedeció a una protesta de los jugadores ante la FIFA. Antes del mundial, Alemania y otras seis selecciones anunciaron que lucirían el brazalete OneLove durante sus partidos en Qatar 2022 para “denunciar la homofobia que se vive y defiende el régimen catarí”.

Ante la posibilidad de que varias selecciones expusiesen públicamente su “activismo”, la FIFA cerró filas entorno al país anfitrión y, a pesar de que la organización asegura ser defensor del “respeto”, optó por apoyar a Qatar advirtiendo sobre sanciones deportivas a las federaciones de fútbol.

“Con nuestro brazalete de capitán queríamos dar ejemplo de valores que vivimos en la selección: la diversidad y el respeto mutuo. Ser fuerte junto a otros países. No se trata de un mensaje político: los derechos humanos no son negociables”, ha indicado la Federación Alemana en su perfil oficial de Twitter junto a la foto.

Pero si revisamos un poco a fondo la puesta en escena de los alemanes, esta carece de mucha consistencia, pues representa en gran medida el espíritu europeo fundado en la incongruencia, ahora con “nuevo” rostro de progresismo neoliberal.

El meollo está en la arrogancia occidental de pretender imponer o promover sus valores asumiendo que son universales, cuando no es así.

Más arrogante es la creencia de que simplemente podían llegar a Qatar a promover su comparsa pseudo-ideológica, rompiendo las leyes locales, siendo Qatar un país con una cultura que, nos guste o no (y créanme que escribo desde el profundo rechazo a todas las religiones), tiene miles de años preservando sus valores intrínsecos.

Debe llamarnos poderosamente la atención la absoluta hipocresía occidental vestida de camiseta alemana sobre el tema de la discriminación.

En 2018, Mesut Özil renunció a la selección germana por el hostigamiento luego tomarse una foto con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. El jugador es hijo de turcos. Özil renunció alegando que él “era alemán si ganaban, pero era turco si perdían”. Habló de persecución y discriminación por razones políticas. Aunque nació en Alemania, el campeón mundial del 2014 dijo no sentirse adaptado, habló de racismo y señalamiento por su religión musulmana.

Para entonces ni la selección alemana (ni ninguna otra federación europea) se ufanaron en hacer mayor contraloría de daños y, por el contrario, con declaraciones cosméticas sobre su “tolerancia”,  aislaron a Özil y a sus denuncias.

¿Y qué decir de las críticas a Qatar? Luego de décadas de meter bases militares gringas ahí, décadas de comprarles petróleo y gas en Europa, ahora sí consideran que el dinero catarí es “dinero de la represión”, justo ahora que organizan un mundial.

¿Cuántos clubes y futbolistas famosos usaron una camiseta que decía “Qatar Airways”? El Barcelona, el París Saint-Germain, la Roma. Ah, como olvidar a Messi metiendo los mejores goles de su carrera con esa camiseta.

Ni hablar de Kylian Mbappé, quien es un crack y campeón mundial, bañado en oro cortesía de los qataríes. Al “activismo” de políticos, funcionarios y clubes franceses no les importa que Qatar haya comprado a sus campeones luego de ganar la última Copa Mundial. En Francia no importa quien paga los Ferraris de Mbappé.

Pues el dinero qatarí “manchado de sangre y represión” no es malo si va a llenar los bolsillos de clubes y jugadores europeos y a darle alegrías a la hinchada. Ah, pero que no se les ocurra a Qatar hacer un Mundial, porque ahí si será “el Mundial de la infamia”. Qué hipócritas. A eso hay que llamarle doble estándar. Doble rasero.

El argumento sobre “los trabajadores muertos construyendo los estadios de fútbol” es más débil todavía por la incongruencia. Qatar e igualmente otras monarquías del Golfo Pérsico han sido desde hace años una vitrina del “progreso” capitalista. Los neoliberales se han ufanado de vender sus grandes rascacielos y su estilo de vida como un rasgo “indudable” de desarrollo.

Allí van a dar las inversiones del “mundo libre”. Pero el calor abrazador que mató a trabajadores inmigrantes en Qatar al parece que no mató a nadie cuando se construyeron estos altares del capitalismo internacional.

Nótese la incoherencia del progresismo neoliberal internacional de gobiernos europeos, federaciones, clubes deportivos y jugadores que hasta ahora, ni la DFB ni ninguna otra federación o club, ha dicho absolutamente nada sobre el recientísimo acuerdo del gobierno alemán para comprar gas (gas licuado, GNL) a Qatar por 15 años para paliar su crisis energética que será al largo plazo.

¿Se ha puesto alguien a pensar que desde la óptica qatarí, pese a su religión y cultura, son más pragmáticos, abiertos y más tolerantes que estos “tolerantes” europeos?  Hay que analizar más a fondo. A los qataríes les importan tres cojones si sus petroeuros se usan en Europa para hacer ricos y famosos a clubes y jugadores, los mismos que harán luego su pseudo-activismo LGBTI+.

Para los qataríes eso es enviar dinero para financiar la obra del diablo en la tierra. Pero entienden los valores y la cultura occidental y lo aceptan, porque a fin de cuentas bussiness are bussiness.

¿Y es que esos jugadores que van al Mundial de Qatar no van a lucrarse también? ¿O será que la mercadotecnia que produce dinero implica precisamente que los jugadores formen parte de ese pseudo-activismo? Por ahí también va la cosa, pues nadie que quiera un contrato con Nike o Adidas podrá ahora resistirse al encanto pagado en euros de un brazalete por la sexodiversidad. Marketing, puro marketingBussiness are bussiness. 

De ahí que la selección alemana sólo logró sintetizar en una foto la incongruencia europea, en una estampa absolutamente ridícula. Pretendida y fallida mofa a Qatar. Con piernas tan endebles, que no aguantan un primer tiempo en un juego de coherencia política, cae derrotado todo el progresismo neoliberal.

Y hablando de fútbol, bueno, la selección alemana cayó eliminada en la ronda de grupos. No son lo que solían ser.

Adicionalmente, creo que una plantilla más concentrada en temas que son de fuera del campo no tiene la concentración que necesitan para ganar. La pelota es redonda y siempre pasa factura. Y eso es todo lo que hay que decir sobre ellos hablando de fútbol.

Fuente: Misión Verdad