
Alfredo Giménez: “Los autos modernos son cómodos ataúdes si no respetás el velocímetro”
En su columna “Hablar el Guaraní”, el exjefe de Tránsito de El Dorado fusionó enseñanza lingüística con una cruda advertencia vial: “Cada accidente que vi en 35 años me dejó cicatrices en el alma”. Reveló cómo la tecnología agrava la imprudencia.
Guaraní cotidiano, identidad viva
Alfredo Giménez abrió con poesía bilingüe: “Sandía madura: sandía ayú. Melón maduro: melón ayú”. Recorrió escenas misioneras con frases útiles: “Mañana apretará el sol: ko’ẽtáva. Carpir el maizal: avati kapi”. Su método: “Así aprendíamos: hablando mientras trabajábamos la tierra”.
Tragedias en la ruta: “He visto jóvenes aplastados como latas”
Con voz quebrada, el experto de 35 años en tránsito describió: “Jóvenes atrapados en autos convertidos en ‘cajas de zapatos’ por el volante. Futuros arrancados en segundos”. Señaló la paradoja tecnológica: “Hoy vas a 150 km/h tan cómodo que no sentís la muerte acechando. ¡Mirá el velocímetro!”.
Distracciones mortales
Relató un caso testigo en Posadas: “Un conductor rozó autos estacionados por mirar el celular. Siguió como si nada… ¿Sabrá el dueño rayado que fue víctima de un cobarde?”. Criticó hábitos letales: “Cambiar música, alzar objetos caídos: cada segundo sin mirar la ruta es ruleta rusa”.
La hipocresía del “respetuoso”
Giménez desnudó una paradoja: “El que cumple las normas sufre por los imprudentes. Vi camionetas esquivar restos de choques y terminar embistiendo a inocentes”. Su diagnóstico: “Falta conciencia, no leyes. Las carteleras de ‘Preservá la vida’ son decoración para muchos”.
Alcohol y sueño: cóctel explosivo
Narró una escena brutal: “Borrachos tropezando de bar en bar (amóñanga). Si manejan así, ¿qué impide que atropellen a un niño? (mitã)”. Dio un consejo vital: “Si el sueño ataca: pará, caminá, lavate la cara. Mejor llegar tarde que no llegar”.
Último llamado
El experto cerró con un ruego: “Poné las dos manos en el volante. Respetá al peatón como a tu abuela (jarýi). Cuando veas un cartel vial, acordate de mi voz: ese mensaje salvó vidas” y recordó: “En El Dorado aún me despiertan de madrugada para identificar cuerpos. No quiero ver más caras jóvenes”.



