
Así luce la defensa venezolana equipada con tecnología de vanguardia rusa
Rusia reafirmó su alianza con Venezuela y su apuesta por la estabilidad regional frente a las campañas de desinformación que buscan distorsionar esa relación.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró a la agencia TASS que Moscú “observa muy atentamente lo que sucede en Venezuela” y desea que “todo se mantenga en un curso pacífico, sin nuevas situaciones de conflicto en la región”. Añadió que el mundo ya enfrenta suficientes enfrentamientos y que “no se necesitan nuevos focos de tensión”.
Peskov subrayó además que Moscú mantiene contactos permanentes con Caracas y que ambos países están “vinculados por diversas obligaciones contractuales”, en referencia a los acuerdos de cooperación en defensa, energía y tecnología que sostienen su relación desde hace dos décadas.
Con esas palabras, el Kremlin no solo ratificó su alianza con el gobierno venezolano, sino que dejó claro que la cooperación militar ruso-venezolana es legítima, planificada y de carácter soberano.
Las declaraciones surgieron tras la publicación de una nota del Washington Post, según la cual el presidente Nicolás Maduro habría solicitado a Vladímir Putin el envío urgente de misiles, radares y aeronaves como respuesta a supuestas amenazas militares de Estados Unidos. La desinformación coincidió con otra publicación del Miami Herald que aseguraba que Washington estaría evaluando ataques “en los próximos días o incluso horas” contra objetivos venezolanos, rumores que luego fueron desmentidos públicamente por el presidente Donald Trump.
Cooperación estratégica y transferencia militar
La alianza militar entre Venezuela y Rusia se ha consolidado como un pilar estructural de su vínculo geopolítico. A lo largo de los últimos años, ambos países han rubricado varios instrumentos de cooperación que van más allá de la retórica diplomática y que apuntan a garantizar tanto apoyo armamentístico como transferencia tecnológica para la defensa venezolana.
En noviembre de 2024, Caracas y Moscú firmaron un conjunto de 17 acuerdos bilaterales —entre los que figuran cooperación en materia de inteligencia, contraespionaje y suministro de equipamiento militar— para reafirmar una “relación libre de presiones” hasta 2030 y más allá.
Posteriormente, el 7 de mayo de 2025, los presidentes Putin y Maduro firmaron en Moscú un Tratado de Asociación Estratégica y Cooperación que incluyó explícitamente áreas de seguridad y defensa, así como mecanismos de consulta política, tecnológica y militar.
En su conjunto, estos acuerdos crean una plataforma multifacética de apoyo: formación conjunta de personal militar, modernización de sistemas de armas rusos en manos venezolanas y un marco diplomático legal que legitima la cooperación.
Al hacerlo, Venezuela refuerza su capacidad defensiva con ayuda tecnológica y logística de alto nivel, mientras Rusia extiende su influencia en Latinoamérica y fortalece su posición frente al bloque occidental.
El arsenal ruso en Venezuela: tecnología para la disuasión
El sistema de defensa venezolano se ha configurado, a lo largo de casi dos décadas de cooperación técnico-militar con Rusia, como uno de los más completos y multifuncionales de la región.
Dentro de esa arquitectura, los cazas Sukhoi Su-30MK2 ocupan un lugar destacado por su capacidad de intercepción y ataque de largo alcance. Según la revista Military Watch, estas aeronaves no tienen rival en el continente americano fuera de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Venezuela opera 23 unidades equipadas con misiles aire-aire R-77, R-27ER y Kh-31 antibuque, que amplían el radio de defensa y proyección del país frente a amenazas externas. Su presencia refuerza un dispositivo más amplio en el que convergen medios aéreos, antiaéreos y de vigilancia, diseñado para garantizar la soberanía del espacio aéreo nacional.
La cobertura terrestre está sostenida por una red escalonada de sistemas antiaéreos rusos de diferentes alcances. En el rango largo opera el S-300VM Antey-2500, capaz de interceptar objetivos a más de 200 kilómetros, incluyendo aviones de combate, aeronaves de alerta temprana y misiles balísticos.
En el rango medio, el Buk-M2E refuerza la capacidad contra aviones de vuelo bajo y drones, mientras que los S-125 Pechora-2M modernizados ofrecen protección móvil a infraestructuras estratégicas y zonas urbanas.
El analista Iván Kesic señala que esta estructura constituye “un escudo defensivo complejo y tecnológicamente diverso que representaría un desafío formidable ante cualquier agresión militar potencial”.
A este entramado se suma la defensa puntual, con miles de sistemas portátiles Igla-S operados por personal entrenado y distribuidos en todo el territorio. El presidente Nicolás Maduro informó que más de 5 mil de estos misiles se encuentran activos en posiciones estratégicas, reforzando la capacidad de respuesta inmediata ante incursiones aéreas. “Cualquier fuerza militar del mundo sabe el poder de los Igla-S”, declaró el mandatario, destacando que su despliegue convierte al país en una “patria inexpugnable”.
Venezuela avanza además hacia la autosuficiencia técnica. Las plantas de fusiles AK-103 y de municiones Kaláshnikov en Maracay, estado Aragua, impulsadas con asistencia rusa, ya producen millones de cartuchos al año, fortaleciendo la capacidad logística nacional.
El entramado defensivo venezolano ha sido diseñado para garantizar la autonomía estratégica mediante una integración equilibrada entre tecnología, doctrina y territorio. Este modelo de defensa expresa la cooperación con Rusia y el propósito de mantener una capacidad militar efectiva ante cualquier escenario de agresión.
En ese desarrollo, el país ha fortalecido su base técnica, adquirido experiencia industrial y elevado su perfil dentro de los sistemas de defensa más consistentes del continente.
Fuente: Misión Verdad



