Ralph Macchio: “La película y el personaje son más grandes que el actor”
El actor, famoso por la trilogía de los 80 de “Karate Kid”, dijo a Télam que al ver el “impacto” que aquella historia tuvo en distintas generaciones entendió que “la película y el personaje son más grandes que el actor”.
Por Nicolás Biederman
Ralph Macchio, famoso mundialmente por la trilogía de los 80 de “Karate Kid” y su papel como el aprendiz de artista marcial Daniel LaRusso, que más de tres décadas después retoma para la serie secuela “Cobra Kai”, ya disponible en Netflix, dijo a Télam que al ver el “impacto” que aquella historia tuvo en distintas generaciones entendió que “la película y el personaje son más grandes que el actor”.
“Es un privilegio y algo que no se debe dar por sentado”, relató en conversación telefónica el actor neoyorquino de 58 años, quien confesó estar “contentísimo” por la llegada de las primeras dos temporadas a la plataforma del líder mundial del streaming y por el alcance global que esto supone.
En rigor, “Cobra Kai” estrenó en 2018 como la joya de la plataforma YouTube Premium, y allí podía verse hasta hace pocos meses.
Sin embargo, y pese a su buena performance, este año YouTube comunicó que viraría su enfoque sobre sus contenidos originales y que no produciría más temporadas; fue entonces cuando Netflix repescó la propuesta, subió ayer a su catálogo las primeras dos entregas (de 10 episodios de 30 minutos cada una) y coproducirá la tercera para 2021.
Cuando Macchio consiguió el papel para “Karate Kid” era un jovencito apenas más grande que el adolescente Daniel LaRusso que interpretaría, y ostentaba una carrera prometedora pero todavía con poca experiencia, en la que destacaba la sitcom “Eight Is Enough” y “Los marginados” (1983), filme a las órdenes de Francis Ford Coppola y con un elenco de actorcitos que despuntarían como referentes de su generación.
Allí estaban también Rob Lowe, Tom Cruise, Matt Dillon, Emilio Estevez y Patrick Swayze, nada menos.
Pero 1984 marcaría para él un antes y un después; con la dirección del oscarizado John G. Avildsen (“Rocky”) y con una muy efectiva química de maestro-alumno-amigos con el señor Miyagi que componía Pat Morita, Macchio sería en adelante y para siempre “el chico de ‘Karate Kid'”.
Daniel LaRusso es nuevo en la ciudad y es víctima del bullying de Johnny y sus amigos karatekas; el portero de su casa, un japonés oriundo de Okinawa veterano de la Segunda Guerra Mundial, lo cobija como el padre que no tuvo, lo acompaña en la transición a la adultez y le enseña tan bien karate que gana el torneo batiendo a todos los malos de la escuela.
“Patada de la grulla”, “encerar-pulir”, “Daniel-san” y muchos otras frases y conceptos de la cinta y sus dos secuelas (1986, 1989) se volvieron referencias ineludibles en aquella época en que estaba de moda el cine de artes marciales, y permearon en la cultura pop hasta hoy.
“Cobra Kai” retoma a Daniel pero más de 30 años después, como un cincuentón exitoso hombre de negocios que vive de sus glorias pasadas, mientras que el derrotado en ese combate, el rubio galán Johnny Lawrence (William Zabka), quedó marcado por el mismo episodio y es un borracho sin rumbo ni profesión.
Su reencuentro, con viejos rencores y fundamentalmente una manera diferente de ver la vida, subirá nuevamente la temperatura con una disputa en la que también tomarán parte sus hijos adolescentes.
¿Qué pensaste cuando se te acercaron con la idea de “Cobra Kai” y la vuelta de este Daniel LaRusso más grande?
Ralph Macchio: No fueron los primeros. En el tiempo había escuchado muchas pero muchas ideas para relanzar “Karate Kid”, pero nunca se habían sentido como propuestas frescas y excitantes como para que valiera la pena. Esta vez provenía de tres tipos que realmente eran fanáticos de las películas y querían hacer la serie que los fans como ellos querían ver, Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg. Aunque este programa se llama “Cobra Kai”, es una continuación en el mundo de hoy, sin perder de vista la nostalgia del ayer. Se sintió como el momento de tirarme a la pileta.
Los fans son a menudo los críticos más duros, especialmente en tiempos de redes sociales. ¿Temías que la serie no estuviera a la altura de sus expectativas?
RM: Siempre es una preocupación que algo que hacemos no vaya a encontrar su audiencia o que los desilusione, porque “Karate Kid” es uno de esos filmes que los fans han hecho propios. Camino en los zapatos de Daniel LaRusso desde 1984 y no importa en qué país esté, la gente me dice lo relevante que fue la película cuando eran chicos, cómo se identificaban con el personaje, con el tema del bullying, con el hecho de haberse criado sin padre. Sabía que el nivel tenía que ser alto, pero no se trataba de hacer “Karate Kid” otra vez, sino de tomar a estos personajes más de 30 años después y ver qué pasaría si se encuentran de nuevo.
¿En qué aspectos esta historia necesitó modernizarse para estar en sintonía con los jóvenes de hoy?
RM: Algunas de las cuestiones son por supuesto la tecnología y el lugar que tiene para los chicos y el rol de las chicas, mucho más fuerte. Pero otro aspecto que actualiza la historia es que de alguna manera damos vuelta el guion. Mientras que en la película los Cobra Kai entre los que estaba Johnny hacían bullying, ahora y sobre todo en la primera temporada él de alguna manera busca chicos a los que les hacen bullying para entrenarlos con su estilo agresivo y hacer que crean más en sí mismos. Por supuesto, lleva todo muy lejos, y toda acción tendrá sus consecuencias.
Mark Hamill suele decir que nunca se lamentó por ser identificado casi únicamente con el papel de Luke Skywalker en la saga de “Star Wars”, que para él ser recordado por un solo papel es más un éxito que una derrota. ¿Sentís lo mismo?
Totalmente. Pudo haber un momento, tal vez hace 10 años, en que quizás no me sintiera de esta manera, porque buscaba agregar mayor diversidad de papeles a mi carrera. Pero a medida que iba viendo el impacto que las películas y mi papel tiene en distintas generaciones y lo mucho que significa para ellos, me di cuenta de la responsabilidad que tengo. Que la película y el personaje son más grandes que el actor. Me siento un tipo con suerte y orgulloso de esa huella que pude dejar.
Fuente: Télam