
Alejandra Melgarejo: “El arte agoniza, el entretenimiento nos devora”
Aurazul: Música popular con raíces rebeldes
Alejandra Melgarejo, voz del proyecto Aurazul, define su música como “popular con aire de rock”, fusionando tango, folklore y blues tras seis años de evolución. Con nuevos integrantes (piano y bandoneón), busca “darse permiso” para explorar géneros que el rock puro “no siempre permite”. Su historia musical incluye bandas emblemáticas como La Ruta, pero hoy enfatiza la autenticidad: “Lo que hay arriba del escenario es lo que realmente somos”.
Arte vs. entretenimiento: Una batalla cultural
Con crudeza, Melgarejo diagnostica el colapso del arte: “La música está agonizando, el arte está agonizando”. Señala la confusión entre creación y espectáculo: “Una cosa es hacer entretenimiento y otra es hacer música. Son dos cosas distintas”. Critica la industria que prioriza lo efímero: “Se puso toda la maquinaria al servicio del entretenimiento, muy lejos de ser música”, y alerta sobre la pérdida de lenguaje artístico en teatro, cine y letras.
Buenos Aires: “La gran fantasía”
Como misionera que vivió en la capital, desmitifica el “sueño porteño”: “Es una gran fantasía […] no hay nada, no pasa nada”. Relata la cruda realidad: “Si no tenés un ingreso económico importante, es muy difícil dedicarse a la música. Vivís cansado, tu cabeza explota”. Revela que hasta artistas consagrados “terminan saliendo al interior a trabajar” porque Buenos Aires solo ofrece fogueo, no oportunidades reales.
Misiones: Bendición mediática, deuda formativa
Destaca el apoyo local: “Somos completamente bendecidos: radios y TV nos tratan como artistas consagrados”, un privilegio ausente en otras provincias. Pero cuestiona la falta de rigor: “No cualquiera hace música. Ser músico es como ser médico: hay que estudiar”. Propone reformar escuelas musicales y rescatar el oficio ante la frivolidad: “Hoy todo es rápido, pero eso no asegura buena música”.
Rock en crisis: “¿Dónde quedó la rebelión?”
Melgarejo ve al rock agonizando por traicionar su esencia: “Romper estructuras para crear nuevas era su filosofía. Hoy no somos pensadores libres”. Mientras escucha “discos viejos de Spinetta o Charly”, cuestiona que el género se reduzca a “tres notas y gritos”. Su esperanza: recuperar la “liberación del pensamiento” y activar en los jóvenes la “pasión por leer, por las bibliotecas”, hoy opacada por lo superficial.
Canciones como activismo interior
Las letras de Aurazul son un llamado a la introspección: “Activá tu sensibilidad, conectá con vos mismo”. Reivindica la música como “necesidad espiritual”, no fama: “Trabajamos para que al público se le ponga la piel rara”. Su lucha es contra la “música con inteligencia artificial” y la desconexión: “Si no hay pasión, ganará el entretenimiento… y perderemos todos”.



