Murió Isabel Eckerl, la “gorda” Isabel
Montonera marplatense, la que se enfrentó a la derecha peronista, la que aguantó con la casa rodeada.
Por Eduardo Soares
Hoy, 29 de agosto, murió Isabel Eckerl, la “gorda” Isabel. A veces nos pasa que para buscar ejemplos de lucha y abnegación vamos muy lejos y atrás en la Historia. O nos remontamos a países lejanos cuando sin estirar mucho el brazo o la vista los tenemos esos ejemplos frente a nosotros. Diría que solemos caminar sin saber. Y a veces sin querer saber, frente a esos ejemplos de entrega revolucionaria.
Isabel Eckerl nació y se crio en la Mar del Plata de los años 50 y 60. La Mar del Plata opulenta. La Ciudad turística de Argentina por excelencia. Hija de típica familia de clase media marplatense, de inmigrantes y profesionales. Con una vida destinada a qué nada le falte. Pero como tantos y tantas jóvenes marplatenses resolvió desde su muy temprana juventud abrazar la causa revolucionaria. Con Isabel tenemos la misma edad, de manera que la conocí desde siempre. Apenas terminamos la escuela secundaria nuestros caminos se cruzaron en la militancia, la rebeldía y las luchas de fines de los sesenta y principios de los setenta.
Éramos apenas unos adolescentes cuando con la Gorda, su compañero Federico Báez (al poco tiempo padre de su primer hijo) y un puñado más, recibimos al gran hermano de Jorge Di Pascuale Secretario General del heroico Gremio de Farmacia, quien llegó a traernos la propuesta de militar en la CGT de Los Argentinos. Eran tiempos de la Dictadura del General Onganía quien venía prediciendo que estaría varias décadas en el poder.
Y así, iniciamos con Isabel los primeros pasos de nuestra militancia. Sin tener la más mínima idea de qué hacer ni cómo hacerlo. Pero, como se decía en esos tiempos “algo hay que hacer” y cuando se decía eso, nadie se quedaba sentado en su casa. Así que, nuestra primera actividad fue salir a pintar toda la Ciudad reclamando la libertad de Raymundo Ongaro (otro de los grandes) que estaba en cana y era el Secretario General de la CGT de los Argentinos designado en aquel famoso Congreso normalizador “Amado Olmos” y dónde parte de la pluma de sus documentos era de la mano de Rodolfo Walsh.
Los militares desconocieron ese Congreso, arreglaron con la burocracia y la derecha peronista e impulsaron otra CGT, la actual, apoyaron la elección de uno de los traidores más grandes que tuvo la clase obrera argentina: José Ignacio Rucci. (Recientemente reivindicado como propio por la Vicepresidenta Villarruel).
Hubo entonces dos CGT
- La de la calle Paseo Colón, sede del Sindicato de Gráficos con Raymundo Ongaro como Secretario General surgido de un Congreso y elegido por la mayoría de los Gremios presentes.
- Y la CGT de la calle Azopardo, dirigida por Rucci quien venía también de reemplazar a otro dirigente no menos traidor llamado Augusto Timoteo Vandor.
Vandor ya había sido ejecutado por traidor por un grupo de jóvenes peronistas revolucionarios que posteriormente se incorporarían a Montoneros. Vandor y otros dirigentes traidores como Don José Alonso del Gremio del Vestido (también reivindicado como propio por la Señora Vicepresidenta) se pusieron un traje y asistieron a la Asunción del General Onganía quien derrocó al gobierno del radical Arturo Illia. Esa es la verdadera naturaleza de la burocracia peronista.
(Escribiendo esto me acordé de Pablo Moyano que al salir de la Embajada Yanqui le dijo a la prensa que el embajador gringo “es un compañero peronista”).
Alonso también fue posteriormente ejecutado por un comando Montonero por traidor a su clase. La lucha de Clases en el Peronismo era imparable, porque en gran medida se jugaba el destino de la Argentina. Pero yo no lo sabía. No tenía ni idea. Isabel Eckerl tampoco lo sabía. Igual que tantos jóvenes marplatenses. Vivíamos en un Pueblo marítimo y apenas empezábamos a militar. Pero el revuelo que generamos con esas pintadas llegó hasta las portadas de los diarios locales. Quizás porque pintamos las sedes de varios gremios y de instituciones como la Armada Argentina.
¿Y qué tiene que ver traidores como Rucci, Vandor, y Alonso, o revolucionarios como Ongaro con la Gorda Isabel?
Yo diría que absolutamente todo. Empezamos nuestros pasos políticos apoyando la CGT de los Argentinos. Los Montoneros estaban muy lejos aún de nuestras vidas. Y en esa militancia nos encontramos casi como una piña en la cara con los traidores. Los burócratas políticos y sindicales del Peronismo. Los vendepatria dentro del Movimiento. Los encontramos en la Argentina y también en nuestra propia ciudad. Así, pendejos, un poco más que adolescentes empezamos a caminar barrios, gremios y facultades.
La realidad marplatense no era diferente a la nacional en lo esencial: izquierdas tradicionales (comunistas, trotskistas, maoístas y algo de anarquismo) que jamás movieron mucho el amperímetro en la lucha de clases y la lucha Antiimperialista. Y derechas peronistas recalcitrantes. Burocracia sindical vandorista y aliada a Rucci (Hugo Moyano de Camioneros, por ejemplo, era de la Juventud Sindical Peronista y por tanto parte de esa derecha muy dura).
Derechas altamente armadas y militarizadas. Pero la particularidad de Mar del Plata es que ya desde fines de los años 60 existían en el Peronismo los grupos paramilitares (CNU y otros) muy relacionados con la Policía y las FFAA. Pocos años después fueron los grupos de exterminio de las Tres A en la Ciudad. Isabel fue en ese proceso, junto a otros, una gran artífice de nuestra inserción en un gremio muy importante: la UTA, la Unión Tranviarios del Automotor, los colectiveros. Con Titi Ferrari a la cabeza se ganó el Gremio y ya las cosas empezaron a cambiar en Mar del Plata.
Primero esa gran organización que fue El Peronismo de Base (y su estructura armada, las FAP, Fuerzas Armadas Peronistas) que fue apareciendo e inclinando la balanza a favor de los sectores revolucionarios.
Los Montoneros no estaban ya tan lejos. Pero aún faltaría mucho para encontrarlos. Ya estaban por aparecer en la Ciudad. La Gorda y Fede no quisieron esperar tanto tiempo e ingresaron y trajeron las FAR a Mar del Plata. Ya no nos veíamos tan seguido. Con posterioridad muchos nos encuadramos en Montoneros y ya todas las organizaciones armadas peronistas estaban en la Ciudad. Las FAP entran en su proceso de disgregación interna y FAR y Montoneros en su proceso de fusión. En el ínterin hubo compañeros muertos y presos y la lucha armada siguió creciendo, incluso dentro del Peronismo.
Para mediados de 1973 se había producido la fusión y ya todos estábamos en la misma Organización: Montoneros. Volvimos a compartir con la Gorda la militancia casi diaria. A apretar los dientes por nuestros muertos. A caerles con todo el poder militar a los grupos de exterminio y a la burocracia. Aún muy jóvenes ya éramos cuadros militantes de Montoneros curtidos. Ya habíamos enterrado compañeros. Las FAP ejecutaron en Mar del Plata a ese gran traidor como fue Masilla dirigente del Gremio de la construcción. Y Montoneros ejecutó al máximo Jefe del CNU, el más sangriento grupo de exterminio de la derecha peronista.
La guerra dentro y fuera del Peronismo era imparable. Perón tomó abiertamente Partido por los fascistas con lo cual las iniciativas sangrientas contra nosotros se incrementan. Con la Gorda casi no nos veíamos por cuestiones de seguridad. Yo caí a mis 22 años en 1975. La Gorda cayó muy poco después. Con la misma edad. La caída de ella muestra también lo que siempre fue como militante: atrapados en una casa varios compañeros entre ellos el Jefe de la columna, dos jefes de Unidad y algunos oficiales, aspirantes y milicianos.
La Gorda es de los que deben quedarse y ser detenidos permitiendo que los compañeros de más nivel organizativo y mejor evaluados puedan escapar. Fue detenida y torturada. El enemigo jamás le perdonó a la Gorda su historia de lucha y entrega. En un solo día secuestraron y fusilaron a sus dos suegros y su cuñada. Y poco tiempo después capturaron y desaparecieron a Fede, su compañero. La Gorda Isabel se bancó la cana con dignidad. En la cárcel pasó a ser “la Gordini” y pudo salir del país a partir de su ascendencia austríaca.
Ni bien pudo regresó clandestina nuevamente acompañando a “Carlón” Pereyra Rossi y otros compañeros. Volvió a la militancia. Las opciones políticas posteriores nos alejaron un poco.
La Gorda, como cientos y miles de compañeros y compañeras optaron y apostaron por el Kirchnerismo. Los que no lo hicimos fuimos durante años minoría absoluta. Aun así, siempre seguimos en contacto, o viéndonos, o charlando sobre la situación y el deterioro que se vivía.
A partir del último gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández la relación (con ella y con muchos amigos Kirchneristas) fue variando, ya era muy difícil defender y menos embanderarse con ese Gobierno que caía en picada. Luego vino Massa como candidato y el resto es historia conocida.
La Gorda Isabel jamás dejo de ser una montonera, su vida es un ejemplo de humildad, de compañerismo y de solidaridad. Todo lo que nos enseñaron en la Organización. Los años pasaron (como dice el Tango) y las nuevas generaciones ya no tuvieron ni tendrán a la Gorda Isabel como ejemplo de militancia. Incluso nuestros propios jóvenes de Convocatoria Segunda Independencia desconocerán su Historia. Es algo comprensible y natural a veces.
Yo vengo a recordar a la Gorda que se aguantó en la casa rodeada en Mar del Plata hasta que pudieron retirarse los compañeros de más responsabilidad. Con un compañero herido, además. Un gran compañero que vive y con quien mantengo contacto. Creo que todos los demás de esa casa cayeron luchando.
A la Gorda con la que estuvimos codo a codo junto a otros compañeros teniendo a un metro a Piantoni, Demarchi y varios jefes del Concertación Nacional Universitaria (CNU), la Juventud Sindical Peronista y otros referentes de la derecha peronista y grupos de exterminio, en el local de FOETRA, los mismos que ejecutaron a parte de su familia y de la mía.
La Gorda con la que fuimos a la puerta del Bristol en Mar del Plata en 1970, a volantear por la CGT de los Argentinos y pedir la libertad de Raymundo Ongaro en un acto donde hablaba Rucci, tendríamos 17 o 18 años, ni los más convencidos suicidas harían eso. Rucci y sus matones pasaron a mi lado y nos vieron tan niños que se nos cagaron de risa. Dábamos tanta lastima hasta para agredirnos. Esa noche terminamos todos en el consultorio del Dr. Eckerl con una gran impotencia. Me agarró un ataque de llanto y la Gorda me dijo “no llores, mañana abrimos otro barrio y nos metemos en alguna fábrica del Puerto”. Y así fue. Me guardé las lágrimas. “Pagarán su culpa los traidores” decía la canción de un trovador cubano. Pero en ese momento aún no lo sabía ni se había escrito esa canción. Hasta hoy recuerdo la cara de Rucci y la cara de la Gorda Isabel. Los revolucionarios de Mar del Plata le deben mucho a Isabel Eckerl.
También las nuevas generaciones. Cómo a Trici, como a “Juanita” Dorado. Cómo a tantas mujeres Montoneras. Pero la Historia no siempre es justa. Y las generaciones actuales, aún las más convencidas en la Revolución y el Socialismo seguirán buscando mujeres luchadoras cien años atrás, o a 20 mil kilómetros de acá. Sabiendo que así será, aunque duela, es que le hago este pequeño homenaje. Y en el mismo mi recuerdo a todos sus hijos y a todos y cada uno de los tantos y tantas combatientes montoneros que Mar del Plata dio a la causa de la Liberación Nacional y el Socialismo.
Eduardo Soares, “El Negro”. Convocatoria SEGUNDA INDEPENDENCIA