Cultura y Espectáculos

Se cumplen 45 años de la desaparición del autor de “El Eternauta”

El 27 de abril de 1977 fue secuestrado por los sicarios de la dictadura cívico militar y hasta hoy permanece desaparecido. “Tiempo Argentino” que fue publicando número a número su gran obra en la contratapa, recuerda al gran maestro de la historieta que protagonizó una de las historias más dolorosas de aquellos tiempos oscuros.

Por Mónica López Ocón

Militante de Montoneros, sabía que lo perseguían y en los tiempos anteriores a su secuestro vivió huyendo. Cuando desapareció, a los 57 años, ya habían desaparecido dos de sus hijas. Beatriz, de 21 años, había sido secuestrada en 1976 en La Plata. En el mismo año, Diana, de 22, desapareció en Tucumán embarazada de seis meses. En cautiverio Oesterheld se habría enterado del secuestro de sus otras dos hijas, Estela y Marina.

Geólogo de profesión, Oesterheld eligió, sin embargo, el camino de la creación literaria. A partir de 1950, se dedicó a escribir cuentos infantiles y luego a producir guiones de historieta, género en el que fue un maestro. Le dio vida a muchísimos personajes, entre otros a  Ray Kitt (1951), Bull Rocket (1952), El Sargento Kirk (1952), Tarpón (1953), Uma-Uma (1953), Dragón Blanco (1955), ScoutRiver (1956), Ticonderonga (1957), Ernie Pike (1957), Joe Zonda (1958), Mort Cinder (1962), Artemio (1970) y Argón el Justiciero (1970).

Su obra cumbre, sin duda, fue El Eternauta que se publicó semanalmente entre 1957 y 1959 en Hora Cero con dibujos de Francisco Solano. En ese momento se lo promocionó como “la historia del hombre que viene de regreso del futuro, que lo ha visto todo, la muerte de nuestra generación, el destino final del planeta”.” En 1969 hubo una segunda versión que se publicó en la revista Gente con dibujos de Alberto Breccia.

Puede decirse que en el mundo de la historieta argentina hubo un antes y un después de El Eternauta. La acción transcurre en su mayor parte en la ciudad de Buenos Aires. Una nevada que nunca se había dado antes es la consecuencia de una invasión extraterrestre. Su protagonista, Juan Salvo, es un héroe colectivo, para Oesterheld es más valioso que el héroe individual. Dice el propio autor en una entrevista: «Siempre me fascinó la idea de un Robinson Crusoe… El Eternauta, inicialmente, fue mi versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, pero, no ya por el mar sino por la muerte. Tampoco el hombre solo de Robinson, sino el hombre con familia, con amigos. Por eso la partida de truco, por eso la pequeña familia que duerme en el chalet de Vicente López, ajena a la invasión que le viene. Ese fue el planteo. Lo demás… lo demás creció solo, como crece solo, creemos la vida de cada día… Aparecieron situaciones y personajes que ni soñé al principio. Como el «mano» y su muerte. O como el combate en River Plate. O como Franco, el tornero, que termina siendo más héroe que ninguno de los que iniciaron la historia… Ahora que lo pienso, se me ocurre que quizás por esta falta de héroe central, El Eternauta es una de mis historias que recuerdo con más placer. El héroe verdadero de El Eternauta es un Héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir intimo: el único héroe válido es el héroe «en grupo», nunca el héroe individual, el héroe solo».

En su trama aparece el propio Oesterheld convertido en personaje, lo que es una innovación formal importante dentro del campo de la historieta. De una manera distinta, también Ernie Pike lo incluye como personaje,  ya que su fisonomía es la del propio autor. “En cuanto al dibujo –dice Oesterheld sobre Pike-, fue una broma de Pratt: cuando creé el personaje, le adjunté una nota con el primer guión y le dije que lo hiciera simpático, noble, buenazo. Como chiste, terminé la nota así: «Bah, hacelo como yo». Y Pratt se lo tomó en serio e hizo una caricatura mía.”

La riqueza de El Eternauta hace que se pueda leer en diferentes claves y una de ellas es sin duda, la metafórica, lo que lo convierte en un texto vigente hoy en día. Habla de la importancia de la acción colectiva y de la unión frente al poder que desea imponerse a cualquier precio. Su autor sabía de la capacidad de la historia para mantenerse vigente, aunque quizá nunca llegó a imaginar que debido, entre otras cosas, a su rigurosa vigencia en cuanto a los ideales que defiende, el PRO lo prohibiría en las escuelas de la Ciudad por considerarlo “un manual de adoctrinamiento”. En su momento había dicho Oesterheld en una entrevista: “Aunque peque de inmodesto, creo que fue lo mejor que se hizo en ciencia ficción en la Argentina  porque es una historia que no envejeció; al contrario, es vigente. Yo había trabajado en aquella extraordinaria colección que se llamó Más allá, y que editaba Abril. Desde entonces, me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad se muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido, pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años. La dibujó Solano López, que se lució a lo largo de más de 350 páginas de 12 cuadros cada una, logrando una historieta popular de gran comunicación.”

Oesterheld entregó su vida por su militancia. Pero antes de que fueran secuestradas sus dos hijas y luego él mismo, ya su existencia había dado un giro radical. Consciente de los peligros, Elsa, su compañera de vida, había marcado una ruptura. Luego de la tragedia que se llevó a su marido, a sus cuatro hijas, a dos yernos y a dos nietos por nacer, sobrevivió a la situación con entereza, a pesar de que su vida había estallado en pedazos. Falleció a los 90 años en 2015, luego de haberse convertido también ella en una militante de Abuelas de Plaza de Mayo.

La familia Oesterheld fue un caso paradigmático de los estragos que hizo el terrorismo de Estado en la Argentina.

El Eternauta, gracias al poder de la ficción, capaz de sobrevivir incluso a sus creadores, continuará siendo un emblema de la lucha colectiva, nos recordará siempre que no debemos permitir que ninguna nevada intempestiva nos arrebate el presente ni el futuro.

Fuente: Tiempo Argentino

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