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Un corte y una quebrada: Radiografía de una familia en Posadas

Familia pide colaboración para conseguir un corte de casa. Se trata de una pareja con dos pequeñas de 2 y 4 años que se encuentran en un total estado de  vulnerabilidad. Diario Lateral conversó con ellos.

Un corte y una quebrada, término que es tradicional y algunos mantienen en uso, da pie para ilustrar el estado de situación que atraviesan cuatro miembros de un grupo familiar en el barrio San Isidro. El “corte” consistía en cortar la marcha, en los desfiles callejeros, y las “quebradas”, en quiebros del cuerpo, bastante agitados, que se hacían en el corte de la marcha. Cuando el candombe se desarrollaba en los sitios, la posibilidad de marchar era nula, y las marchas resultaban poco más que simbólicas. Pero en este caso, para una economía “quebrada”, la forma inmediata de paliarlo es conseguir cuanto antes un “corte de casa”.

Milagros Galván (27) y Héctor Almada (26) se conocieron en la discoteca garupaense “La Fábrica”, en mayo de este año y se enamoraron. Pronto, Héctor decidió formalizar la relación e invitó a Milagros a vivir juntos. “Me contó que tenía dos hijos y yo le quise ayudar”, reveló Héctor.

“Los alquileres están re caros ahora, de 30 mil pesos para arriba. Y acá en la esquina piden 20 mil pesos, pero es una piecita nomás”, dijo preocupado.

Héctor y Milagros, junto a las niñas, viven, por ahora, en una vivienda que pertenece a la hermana de Héctor, pero fueron anoticiados recientemente que ella regresará junto a toda su familia en septiembre. Esta situación motivó a la joven familia a buscar, con urgencia, otro lugar donde residir, sobre todo por las menores de edad.

Hasta el momento, son cobijados en la vivienda del padre de Héctor en barrio San Isidro, sobre la avenida 213. Pero, al ser una vivienda de dimensiones muy pequeñas, les fue ofrecido un espacio de terreno al fondo, de seis metros por seis. Ahí comenzó una nueva búsqueda de esta familia que se inicia, por conseguir colaboración para tener un pequeño refugio en esa parcela.

Las hijas de Milagros, Nareley Irupé (4), y Emily Jazmín (2), miran sonrientes al cronista, mientras habla con sus “papás”. Pero la preocupación de Héctor es grande. Necesita resolver a contrarreloj su situación habitacional y al no tener trabajo, se le acortan las chances de brindar mayor seguridad y protección a Milagros y sus hijas.

Él está desocupado desde hace mucho tiempo, pero se la rebusca con changas, “mañana voy a ver si engancho un laburo”, dijo con una luz de esperanza en sus ojos.

Sus estudios que solo llegaron a primer grado de la primaria, no le permiten acceder a trabajos de mayor calidad y seguridad por lo que desde que tiene uso de razón, realiza tareas a cambio de la paga que consideren darle. “Quiero continuar mis estudios, quiero ser alguien en la vida”, se entusiasma.

Milagros trabajaba, pero debió dejar de hacerlo a causa del cuidado que le requería estar pendiente de sus dos niñas. Un tiempo alquiló sola, pagaba niñera y alquiler, pero las condiciones económicas empeoraron y debió volver a vivir con su mamá hasta que conoció a Héctor.

Milagros, a diferencia de Héctor, logró culminar sus estudios primarios, secundarios y hasta cursó dos años en la tecnicatura en Jardín Maternal. En 2024, desea culminar esa carrera, debido a la promesa de su pareja, de ayudarle a cuidar a sus dos hijas.

Ahora, la necesidad más concreta de esta nueva familia es construir una casita en el espacio que el padre de Héctor les cedió. La situación económica y la situación de desempleo de Héctor, los obliga a pedir ayuda a sus vecinos, al municipio y a cualquier organismo que pueda interceder para brindarle un rápido auxilio, en pos de salvaguardar a esas dos criaturas.

Milagros, subsiste gracias al cobro de la escolaridad de sus dos pequeñas. Consiste en el programa conocido como SUAF (Sistema Único de Asignaciones Familiares), cuando el titular es un trabajador registrado, según indica la ANSES.

“Nosotros necesitamos un lugar donde estar lo más pronto posible, porque la vivienda donde estamos ahora tenemos que abandonarla con urgencia. Y si el papá de Héctor nos recibe en su casa, vamos a tener que instalarnos en la sala y es muy pequeño el lugar para que cuatro más entremos de golpe a la casa. Estamos desesperados”, sostuvo la joven.

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