
Violencia policial en Oberá: “Tienen miedo. La gente tiene miedo”.
La frase le pertenece a Paola Ríos, hermana de un adolescente que denunció una salvaje golpiza dentro de una comisaría. El sábado pasado se realizó la primera Marcha de la Gorra. Acá el testimonio de la joven.
Familiares de víctimas de la violencia policial en la ciudad centro de Misiones, realizaron el sábado pasado (18-2) la primera “marcha de la gorra”, en reclamo del esclarecimiento de casos que duermen en juzgados y tienen en el centro de la escena a uniformados, por el abusivo y descontrolado accionar, contra menores de barrios humildes de la localidad.
La primera marcha de la gorra en Misiones, se produjo en el Centro Cívico de la ciudad, convocada desde las 19.30 horas. La movilización incluyó pancartas, afiches y trapos con leyendas
“Ni palos, Ni represión para los pibes; Salud, Trabajo y Educación” rezaba el folleto que circuló en redes sociales para la convocatoria. “Justicia para todas las víctimas de violencia policial” se podía leer. “Justicia por Josías Galeano, Justicia por Agustín Ramírez y Justicia por Emilio” pareció ser la consigna central que, con nombres propios, exige respuestas inmediatas al flagelo que denuncian.
Radio Lateral, conversó con una de las familiares de Emilio, un joven que, con tan solo 15 años, fue detenido durante 5 horas en la comisaría y, según denuncian sus familiares, fue brutalmente torturado.
Paola Ríos, es hermana de Emilio, uno de los adolescentes que recibió una fortísima golpiza. Inició el diálogo con un breve repaso de los hechos “Pasó hace dos años, más de dos años, en diciembre de 2020. Él tenía 15 años en ese entonces y se fue de mi casa a la noche, a las 8 de la noche; se escapó, entonces ante la preocupación, nosotros lo primero que hicimos fue llamar a la policía, que nos ayude a encontrarlo. Le pasamos todos los datos. Le pasamos teléfono, la dirección, le pasamos fotos de él, y bueno, y mi mamá en reiteradas oportunidades, durante la noche, estuvo llamando a la policía para preguntar, La cuestión es que a las 6, más o menos, de la mañana, nos llaman de la seccional segunda, diciendo que mi hermano estaba allá, qué le tenían allá. Entonces mi mamá va y le busca y ahí me llama y me dice que ya lo habían llevado a la casa. Me dice «la policía le pegó» Yo pensé que por ahí tenía alguna lastimadura o algo porque capaz que se resistió, una cuestión así. Pero le veo a mi hermano y tenía la cabeza totalmente hinchada, totalmente golpeada por todos lados. El ojo de él tenía con coágulos de sangre, tenía marcas en el cuello. Después cuando él se despierta empezó a contarnos lo que le pasó: que le metieron al móvil, le apuntaron con un arma, le pegaban entre todos los policías que iban en el móvil, que eran del comando…”, protestó.
Consultada sobre alguna razón que explicara la extrema violencia que sufrió el joven, respondió “él estaba volviendo a mi casa, estaba a dos cuadras, supuestamente ellos dijeron que estaba queriendo abrir un auto. Y si fuera así, está bien, tenían que agarrarlo, pero no lastimarlo, y si hubiera hecho un daño, los padres, después tendrían que pagar. Pero no fue el caso”.
Paola, continuó con el relato “Él no se acuerda muy bien, porque él estaba con tratamiento psicológico y psiquiátrico. Él cuenta que le ponen una bolsa en la cabeza, que le asfixian que le hacen cantar el himno y se ríen todos y cuando él se equivocaba, le volvían a meter la bolsa en la cabeza, le pegaron”. Luego agregó “Después le mando una foto para que usted vea en qué estado le dejaron”.
La hermana de la joven víctima, se explayó en los hechos que derivaron en la denuncia final contra cuatro efectivos policiales “Lo agarraron a las dos de la mañana y lo tuvieron todas esas horas. Le llevaron al médico policial y dijo que estaba todo bien y no estaba todo bien, entonces es como que se expusieron ellos mismos, de alguna manera, porque si el médico policial dijo que estaba bien, ellos nomás son los que le trasladaron hasta la seccional segunda desde el comando. Entonces, queda claro que ellos le pegaron y le tuvieron todas esas horas dando vueltas por ahí y torturándole”, afirmó.
Recordó además “A las 6:00 nos avisaron. A la una (y no a las dos de la mañana, como venía relatando Paola en la entrevista) dice mi mamá que le encontraron, y teniendo todos los datos”. Sobre la edad actual de su hermano y su salud, respondió “Y, ahora él está bien, está mejor. Ahora tiene 17 años, pero en mi casa tratamos de no tocar mucho el tema porque a él le hace mal acordarse de esas cosas”.
El cronista consultó por los nombres de los uniformados supeditados a la causa en carácter de imputados. La respuesta de la joven fue “Si, se conocieron si los nombres. Nosotros les denunciamos, son cuatro los imputados. Están todos en funciones y el 15 (de febrero) tenían que declarar; aparentemente declararon 3 y uno presentó certificado médico”. El expediente 139020/20 investiga el accionar de los policías Heller, Zúñiga, Romero, y Danielsson.
Ríos, remarcó su decisión automática de efectivizar la denuncia formal al momento de tomar conocimiento de los hechos. También dijo que se encontró con muchos casos similares cuando invitaba a participar de La Marcha de la Gorra y al recorrer barrios de la ciudad “Le dije a mi mamá, esto hay que denunciar, no puede quedar así porque acá no nadie denuncia. Y ahí empezaron a denunciar otros chicos y en estos días que yo anduve repartiendo los panfletos de la marcha para invitar a la gente, hablé con muchos jóvenes, fui a los barrios más populares y la mayoría de los chicos me contaron que, en algún momento, sufrieron la represión policial, que los golpearon, o gente adulta que me contó que la policía entraba a la casa sin una orden, por ejemplo”, manifestó.
“Después pasó el caso de Josías, el caso de Agustín Ramírez que le chocó un móvil de la policía y yo dije no, «algo tenemos que hacer acá»; no puede ser que pasen estas cosas, los medios no publican, se tapa todo y queda todo impune. Por eso me sumé a las marchas primero, para pedir justicia, primero por Josías (Galeano), Agustín (Ramírez)”, sintetizó.
Sobre cómo conoció a los organizadores de La Marcha de la Gorra, que tiene su origen en la ciudad de Córdoba desde el año 2007, y que busca denunciar el abuso y la represión que ejercen las fuerzas policiales contra jóvenes de sectores populares, indicó “Estuve averiguando y encontré que hay una marcha que se hace nivel nacional, que es La Marcha de la Gorra justamente”, recalcó, mientras completó diciendo “Hay una coordinadora que es de Buenos Aires, estoy en un grupo de WhatsApp de ellos. Es una marcha que se hace una vez de forma anual, pero pensamos seguir haciendo otras actividades”, adelantó.
Sobre sumar a otras localidades misioneras a La Marcha de la Gorra, opinó que “Estaría buenísimo, que se pueda realizar una convocatoria a nivel provincial, justamente. Gracias a que me llamaron, por ahí muchas personas se van a enterar o se van a animar a denunciar. Porque estos casos no pueden pasar, no le pueden pegar a nuestros chicos así de esa forma. Aparte también el chico Josías Galeano de 15 años, yo cuando supe el caso de él, dije «mi hermano pudo haber sido un Josías», porque la manera en que le golpearon fue brutal”, lamentó.
Paola Ríos, se diferenció de todo tipo de mensajes “anti-policías” o cualquier idea relacionada con menoscabar la actividad de la seguridad pública. En este sentido, afirmó “Y no es que nosotros apoyemos la delincuencia o que estemos en contra de la policía. Eso es lo que quiero dejar claro. Nosotros no estamos en contra de la policía, sino de la violencia policial”, resumió.
Ríos, añadió que su reclamo pasa por “Que no vulneren los derechos humanos, después el juez se encarga de dictar la sentencia que le corresponde, si están delinquiendo”, solicitó
Sin rodeos, la joven apuntó a la segregación social que se hace a la hora de detener jóvenes por la calle. Son juzgados por su vestimenta, por su barrio, por su color de piel o su forma de hablar “Una de las consignas de los carteles era «Mi cara, Mi Gorra, Mi barrio No Son Delito», porque ellos se fijan justamente en esos chicos, y yo cuando hablé con esos chicos de los barrios más populares, ellos no sabían que podían denunciar, no conocen sus derechos. Y uno me contaba que, justamente, cuando le agarraron y le empezaron a revisar, dijeron; «sí, este por la pinta que tiene, seguro que tiene algo en la mochila»”, dijo con tristeza.
La hermana de Emilio, insistió que cada manifestación “es para cuidar a nuestros chicos de la sociedad y que podamos confiar otra vez en la policía. Acá los chicos que sufren de adicciones son muy perseguidos y los golpean”, reseñó.
Sobre la violencia ejercida, en particular, de la policía contra jóvenes adolescentes, víctimas del consumo de drogas, se quejó “Lo que yo decía en la marcha es que yo no conozco a ninguna persona que sufre de adicciones, que a los golpes haya dejado de consumir. O sea, no es la manera de tratar a los chicos”. Y amplió diciendo que el temor ya se apoderó de la sociedad más pobre de Oberá; los que no tienen recursos, o son marginados por su condición socio-económica “Acá hay muchos chicos que no se animaron a ir a la marcha porque tenían miedo de que le «marquen» los policías. Tienen miedo. La gente tiene miedo”.
Finalmente, Ríos, recordó una triste experiencia que les tocó vivir a los familiares de víctimas de la policía de Misiones, cuando un efectivo comenzó a burlarse en medio de las madres que marchaban “Nosotros lo único que pedimos es justicia por lo que le pasó a mi hermano, que no quede como una causa más porque uno de los imputados de la causa, que trabaja en la seccional primera de Oberá, cuando hicimos una de las marchas anteriores, las mamás de Josías y Agustín hablaban y lloraban, y él se burlaba. Lo vimos todos. Él se reía. Se reía de las mamás, se reían del dolor. Lo hacía a propósito. Y ahí generó mucha bronca en la familia”, cerró.



