
Hipólito Bouchard: El corsario argentino que llevó la bandera celeste y blanca por los mares del mundo
En una columna semanal titulada “Pasado de Revoluciones”, el historiador argentino Mariano Cabral desentrañó la fascinante historia de los corsarios del Río de la Plata, centrándose en dos figuras clave: Hipólito Mordeille e Hipólito Bouchard. Estos marinos, aunque poco conocidos, jugaron un papel crucial en la defensa y proyección de la Argentina durante las guerras de independencia.
¿Qué es un corsario?
Cabral explicó que los corsarios eran “piratas legales” autorizados por los estados para atacar naves enemigas bajo ciertas reglas. “La patente de corso era el permiso que daba el Estado para realizar actividades típicas de la piratería, pero bajo normas legales”, destacó. Estos marinos operaban en el Río de la Plata, combinando audacia y lealtad a la causa revolucionaria.
Hipólito Mordeille: Héroe de la Reconquista
Mordeille, un francés radicado en Montevideo, fue un héroe durante la Reconquista de Buenos Aires en 1806. “Sus 60 marinos fueron protagonistas de la primera línea de combate”, recordó Cabral. Sin embargo, su vida terminó trágicamente en 1807, durante la defensa de Montevideo contra los ingleses, donde cayó como mártir.
Hipólito Bouchard: Luces y sombras de un corsario legendario
Bouchard, otro francés al servicio de la Argentina, llevó la bandera celeste y blanca en una épica vuelta al mundo entre 1818 y 1820. Atacó posiciones españolas en California, enfrentó piratas malayos y hasta logró que el reino de Hawaii reconociera la independencia argentina. Sin embargo, Cabral no omitió sus contradicciones: “Era un personaje complicado. Sus marinos lo denunciaban por maltratos, y terminó sus días en Perú, asesinado durante una rebelión de esclavos en su plantación”.
Legado imborrable
A pesar de sus sombras, Bouchard dejó una huella profunda. Su presencia en Centroamérica inspiró a las Provincias Unidas del Centro a adoptar una bandera similar a la argentina. “Sin proponérselo, Bouchard llevó nuestro símbolo patrio a otros pueblos hermanos”, resaltó Cabral.
La columna cerró con una reflexión: en tiempos de revolución, hasta los personajes más controversiales pueden contribuir a la grandeza de una nación. Bouchard, con sus claroscuros, es prueba de ello.



